Hace dos años abrieron en España decenas de establecimientos de este tipo, pero ahora la mayoría de ellos cierran, como el de Zaragoza: ¿qué está pasando?
Su penetración en el mercado fue vigorosa. En plena pandemia, allá por el mes de mayo de 2021, llegaba a la capital aragonesa la primera «pollofrería», ante la atenta mirada de miles de ciudadanos que, al pasar por la Gran Vía, veían grandes filas salir del establecimiento recién inaugurado.
Fue común ver, así, en los primeros meses, a muchas personas comerse uno de estos dulces en el centro de la ciudad, que no pasaban desapercibidos. Saltaron del madrileño barrio de Chueca, donde estaba La Pollería, hasta el corazón de la capital aragonesa.
Algo similar ocurrió en el resto de grandes capitales españolas: desde Barcelona a Sevilla, pasando por Valencia, Bilbao o Alicante. Incluso otras más pequeñas como Logroño o Murcia también tuvieron este tipo de tiendas.
Sin embargo, dos años después, el establecimiento ha cerrado sus puertas. Nadie habla de ello y, muchos de los que fueron preguntados en el interior del local «si le gustaban morenas», pese a la gracia del momento, ya ni se acuerdan del establecimiento ni del chascarrillo en el momento de la compra.
Qué ha pasado para que la pollofrería de Zaragoza haya cerrado sus puertas
Manuel Rodríguez, expropietario de una de las tiendas madrileñas, explicó a El País que es un producto que pega un ‘boom’ muy fuerte y, posteriormente, el mercado se cansa de él de manera también muy rápida.
El empresario llegó a tener tres locales de este tipo. Comenta que, en ocho o diez horas, llegaba a vender hasta 300 y 400 gofres. «Las ventas comenzaban a bajar y, poco a poco, vimos que no merecía la pena seguir adelante», comenta al medio del grupo Prisa, destacando que pese a la gracia del dulce se buscaba igualmente realizar un producto de calidad, con materia prima comprada en diferentes puntos de España.
Así, la broma duró pocos meses y, lo que ha ocurrido en la ciudad de Madrid, es completamente extrapolable a otras ciudades de España. Entre ellas, la nuestra, cuyo local del número 11 de la Gran Vía lleva cerrado desde hace meses sin que muchos se hayan enterado.
No es que Zaragoza sea «menos moderna» por no tener este tipo de tienda, sino que la tendencia de estos dulces en forma de pene ha finalizado en España. Han quedado, en menos de dos años, fuera de juego.
En el resto de España siguen quedando algunas tiendas, como en Barcelona, pero la tendencia es casi a que desaparezcan por completo, pese a que algunos negocios han decidido inventar los «pollofresh», helados con forma de pene.